Los combustibles alternativos han llegado a Colombia. El creciente uso del gas natural vehicular, la introducción de mezclas gasolina-etanol, y el prometedor futuro del biodiésel son excelentes noticias para los colombianos.
Dadas las tendencias de consumo y explotación de petróleo, el punto de quiebre en el cual pasaremos de exportar a importar hidrocarburos ocurrirá en pocos años. Esta es una situación indeseable, que puede volverse catastrófica en términos económicos, por la volatilidad de los precios del petróleo así como por la dependencia hacia productores con comportamientos impredecibles. El uso de biocombustibles puede considerarse como una estrategia para demorar o incluso evitar que esta situación llegue a presentarse.
La tendencia mundial hacia el uso de combustibles con origen distinto al fósil, así como las favorables condiciones climatológicas y geográficas con que contamos, muestran que Colombia puede seguir el ejemplo de otros como Brasil y Malasia para convertirse en un país con una importante capacidad de producción y refinación de biocombustibles. Esta estrategia podría llevarnos al escenario ideal en el que nuestra producción fuese suficiente para suplir el creciente consumo interno, así como para exportar los eventuales excedentes.
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